El Centro Cultural de España en Montevideo (CCE) celebró quince años de actividad en nuestra ciudad y decidió conmemorarlo con quince debates referentes a distintas cuestiones sociales y culturales. Una vez más, el CCE desplegó su espiritu rupturista e innovador, tan característico de estos años con presencia en nuestro país.
El pasado trece de Junio, en el marco del Día del Ambiente (que se celebra cada cinco de Junio) el Centro realizó el debate “Desplastificar: reciclar, reducir, reusar, rechazar”, con la participación de Federico Baraibar (CEMPRE), Denise y Agustín (Gaia) Agustín Tassani (CTPLAS) María Cecilia Laporta (REPAPEL) y Hector Ventimiglia (Asociación de Ingenieros Químicos del Uruguay) Quien estuvo a cargo de moderar esta instancia fue María Victoria Pereyra (Ecomanía)
Ricardo Jarne, director del Centro Cultural de España, abrió el debate destacando que si de reciclar se trata, el CCE es un ejemplo de ello, ya que cuando llegaron a la ciudad tuvieron que reciclar el edificio para poder instalarse allí (off the record: no pueden perdérselo) Además, cuentan con una huerta urbana donde se reciclan los restos orgánicos. Por otro lado, se potencian especies autóctonas que se encuentran en peligro, por la invasión de especies no originarias.
A lo largo del debate, los presentes pudimos disfrutar del conocimiento y experiencia de los expositores que plantearon interesantes conceptos. Aquí van algunos de ellos.
La charla comenzó con la participación de Federico Baraibar, quien introdujo el concepto de Gestión de Residuos Urbanos, que tiene que ver con qué hacemos con la basura que generamos, cómo la valorizamos y disponemos de ella, entre otros. En Uruguay se han “golpeado” con varios modelos de gestión que no han funcionado, pero en estos ultimos años hay señales de esperanza de que podemos llegar a un modelo interesante.
Continuando con la charla, Baraibar introducía una idea que luego se repetiría por otros integrantes del panel, debido a la importancia que tiene en todo este debate del plástico: la cuestión de sus usos y su gestión.
Lo que decía era que, el verdadero poder que tenemos sobre el plástico no es su reciclado, sino el de decidir si lo incorporamos o no a nuestras vidas. Si no lo aceptamos, tendremos el poder de que ese producto no tenga que ser reciclado, porque directamente no se genera el residuo.
Cecilia Laporta reforzó este concepto, reflexionando sobre el hecho de que conocer y senzibilizarnos es la mejor forma de cambiar nuestros hábitos. Más allá de las tres R (concepto nacido en un modelo de educación ambiental creado en los setenta) que todos en mayor o en menor medida conocemos, debemos entender que el ambiente es un tema de todos y nuestras acciones cotidianas y decisiones sobre algunos aspectos, son los que pueden hacer la diferencia.
A Agustín Tassani le tocó el lugar más complicado de esta charla, representar a la industria plástica en un debate que se titula “Desplastificar”; él mismo entendió que era una postura dificil de sostener frente a un público que brega por menos plásticos para un mundo mejor.
Lo que Tassani explicaba es que, el plástico en si mismo no es el enemigo; en mucho casos es la mejor opción, como en el caso de algunos alimentos. El plástico suele ser, para algunos productos, la solución más inocua, salubre e higiénica. Siendo completamente consciente del daño que puede causar el plástico, defiende la idea de que el mayor daño no se presenta en el proceso, sino en la gestión de residuos. Según palabras de Tassani, hay una fuerte tendencia en la industria a repensar sobre qué tipos de plástico utilizar (compostables, biodegradables, etc)
Hector Ventimiglia, por su parte, como miembro de la Asociación de Ingenieros Químicos del Uruguay, exponía que desde este colectivo entienden la responsabilidad que llevan, por los procesos que realizan.
Los tiempos han cambiado y Ventimiglia reflexionaba sobre las diferencias educativas en las diferentes generaciones, que pasaron por su misma carrera. Su generación, como tantas otras, no recibió el mismo volumen de información sobre los temas ambientales, que lo que han recibido quienes han egresado recientemente. De hecho, quienes se graduaron en 2017, no fueron formados en Economía Circular, un concepto nuevo, que aún se abre paso.
Ventimiglia también se hizo eco de la idea, que se convierte en ideología, de que el problema es la gestión. Debido a su formación, expresa de un modo sumamente concreto y cientificamente exacto, que no podemos culpar a algo inerte, de lo que por desidia, causamos los humanos.
De las tres R originarias y las que se han ido sumando luego, el Ingeniero Químico pone énfasis en “Rediseñar”: procesos, hábitos, prácticas, entre otros.
Otro importante concepto que se manejó en la charla, fue el de “Análisis del ciclo de vida”, que atento a lo expresado por Baraibar es “la herramienta de evaluación y comparación de alternativas más potente desde el punto de vista ambiental; permite saber cuánta energía y materiales consume un producto en comparación con otro, en todas sus etapas (la extracción de la materia prima para producirlo, la transformación de las mismas, los procesos de transporte, distribución, entre otros) Al pasar raya, se sabe si un determinado producto requiere más o menos material y más o menos energía durante todas las etapas de su ciclo de vida”
Para ilustrar mejor a qué refiere este análisis, Baraibar daba el ejemplo de una remera de poliester producida en base a petróleo que, a primera vista, parece peor que una de algodón que es de una materia prima natural y renovable. Sin embargo, esta última puede requerir planchado y la de poliester no. De modo que la de algodón, puede tener consumo de energía mayor que la otra, durante todo su ciclo de vida. De modo que, lo que a priori puede parecer más conveniente, puede no serlo en la realidad.
Baraibar resumía este concepto volviendo al de Economía Circular y dejando en claro que lo importante es mantener en el ciclo de consumo y producto los materiales, la mayor cantidad de tiempo posible a su mayor valor posible.
Tassani expresaba que, como industriales del plástico, se dieron cuenta que había que buscar soluciones, no solo para los clientes, sino para hacer sostenibles las empresas a largo plazo. Y a modo de reflexión personal, creo que las empresas, en menor o mayor plazo, se verán sitiadas por consumidores exigentes y responsables con el ambiente, que no tolerarán ciertas prácticas. Por decisión personal o por presión externa, las empresas estarán obligadas a realizar cambios en esta materia.
María Cecilia Laporta, tiene vasta experiencia en trabajo con niños, en cuanto a Educación Ambiental, y nos relataba una de sus experiencias de trabajo con chicos y concluía en que los niños pueden identificar perfectamente los problemas ambientales de su barrio, por ejemplo, pero al momento de buscar soluciones, piensan en robots mágicos que limpian la ciudad, el agua, colaboran con los vecinos, entre otros. Siempre la solución es externa, mágica. Esto divierte, porque viene de niños, pero también es un llamado de atención a cómo ven el mundo y las cuestiones ambientales.
Laporta entiende que todos tenemos un rol en el ciclo de vida de los productos, depende de nosotros si muere o si vuelve a este ciclo. Si elijo clasificar y lo que iba a desechar vuelve hecho un útil de papel reciclado (en el caso de Repapel) o en Humus y se hace un fainá y comen los chicos que participan de sus programas, dependerá de lo que decida al momento de consumir y al momento de desechar o no. Debemos sacarle el estigma al residuo; si termina en la basura, sin servir para nada más, es una decisión nuestra.
Los diseñadores de Gaia (Denise y Agustín) presentaron sus prendas, que confeccionan con el plástico como materia prima. Según ellos mismos manifiestan, buscan resideñar también desde el proceso y dar trabajo. Están en línea opuesta con el fast fashion, que es el que se realiza en forma masiva, en grandes cadenas de producción. Sus colaboradores son artesanos locales y, según cuentan, no fue fácil para ellos repensar la forma de realizar sus trabajos basados en la idea que les traían los diseñadores de Gaia: los chicos buscan aprovechar al máximo las piezas de tela y cortar de modo que no haya desperdicio de materia. El resultado es bueno y el trabajo de todos se combina para lograr prendas de excelente diseño y calidad.
Tanto Agustín como Denise se muestran orgullosos de su trabajo y sus formas de diseñar y producir. Toman riesgos y manifiestan que el público se presenta asombrado cuando se les muestra la materia prima que usan, pero lo reciben positivamente. Ellos están contentos con su trabajo y les gustaría que más empresas incorporen estos métodos. Emprendimientos y emprendedores como los chicos de Gaia y su marca, son una buena noticia para el diseño local.
La tanda de preguntas por parte del público fue extensa y enriquecedora, pero daría para otro capítulo y dispararía cientos de nuevas reflexiones. Como todo buen debate, siempre hay ganas de más; porque cuando los conceptos vienen de personas que no solo hablan, sino que toman acción, la charla se enriquece y el nivel se eleva. Cuando además le sumamos un público ansioso por saber, por aprender, para poder sumarse con más fuerza a la ola sustentable, el resultado es maravilloso.
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